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sábado, 23 de mayo de 2015

Carta a Lorenzo Córdova Bernardo Ibarrola

Carta a Lorenzo Córdova


por Bernardo Ibarrola *
Estimado doctor Córdova:
Los sucesos de los últimos días nos sacaron de la reflexión sobre esta patética campaña electoral y lo metiieron a usted, en términos personalísimos, en el centro de un debate y un proceso sobre los que me gustaría hablar. Entiendo que alguien le jugó una mala pasada y lo lamento de veras; a mí tampoco me gustaría que anduvieran difundiendo mis conversaciones privadas. Lo cierto, doctor Córdova, es que a eso se expone uno cuando preside un instituto autónomo que maneja un presupuesto superior al de muchos países del mundo.
Estoy de acuerdo con usted cuando señala en su “pronunciamiento” que sus comentarios fueron ilegalmente obtenidos, pero en total desacuerdo en que fueron “filtrados indebidamente a la opinión pública”. ¿Cómo es la cosa, entonces? ¿Algunas filtraciones a la opinión pública son correctas y otras no? ¿Según que criterios? ¿De veras cree eso o lo dice porque en este caso usted es el afectado?
Sobre el contenido de su conversación privada (que ya es pública) no haré juicio alguno. Ése es asunto de usted y de su propia conciencia, y me parece que nuestros formidables caricaturistas ya le dijeron lo que usted debía escuchar. Lo que me provocaron sus palabras fue perplejidad: ¿De veras le parece que México es como Marte? Personalmente me sorprende que, a sus 43 años, apenas se vaya dando cuenta del país en el que vive. Y cuando considero su responsabilidad pública, mi sorpresa se convierte en preocupación. ¿De veras el consejero presidente del INE —doctor en derecho y con verdadera experiencia académica— conoce así de mal a su país? ¿De veras se va enterando hasta ahora de la forma en que hablan miles —millones— de mexicanos?
Fotograma de The Lone Ranger, de Gore Verbinski (2013).
Fotograma de The Lone Ranger, de Gore Verbinski (2013).
Pero mientras que la conversación privada no tenía por qué ceñirse a cálculos políticos y mediáticos, los pasos posteriores a la difusión de su charla, sí, y me parece que éstos fueron erráticos. Primero comparece ante los reporteros y su presentador (¿para qué un presentador?) advierte: “Les informo que esto será un pronunciamiento y por eso no se aceptarán preguntas.” Es decir, ofrece una rueda de prensa que no es rueda de prensa, sino un acto ritual en donde el funcionario lee un mensaje escrito. Para eso el boletín de prensa era más que suficiente.
Y luego su texto, su “pronunciamiento”: dice que en su trayectoria pública siempre ha respetado a los indios (aunque en privado, ahora lo sabemos, se burla de su forma de hablar) y, en el más puro estilo del México priista, da a entender sin decir: “lamento mucho que, a unos días de la jornada electoral, se intente desprestigiar […] a esta institución [el INE] por ejercer, a través de sus decisiones, su autonomía.” O sea: usted ya sabe la motivación de quien grabó y filtró su conversación. Ya sabe por qué, pero no dice quién. Si ya sabe, ¿por qué no lo dice? Algo más: eso de “desprestigiar a la institución”, tan bonito que suena, puede ser cierto o no serlo. De lo que no hay duda es que lo que se buscaba era desprestigiarlo a usted personalmente. ¿Por qué tampoco lo considera?
Le confieso, doctor Córdova, que los sucesos de ayer a mí me escandalizaron y preocuparon más, mucho más, que los de antier. El martes lo que vimos fue una pincelada de su intimidad; puede gustarnos o no, pero no son res publica. El miércoles, en cambio, presenciamos lo más refinadamente abyecto de la política mexicana en acción. Me parece que los sucesos de ayer son un parteaguas en la historia política de México: ayer concluyó el proceso iniciado en 1994 con la ciudadanización del IFE, ayer se hizo evidente que el INE nació muerto.
Me explico: la persona o el equipo que pensó la maniobra no se equivocó un ápice. Se trataba, simplemente, de neutralizarlo a usted y al INE, y lo consiguió. Puesto que el 20 de mayo el pleno de su instituto iba a discutir la masiva solicitud de retiro de registro al Partido Verde, el 19 estalla un escándalo de proporciones mayores debido a sus expresiones, digamos “etnográficas”. Usted parece echar el cuerpo pa’lante y habla de la autonomía del instituto. Unas horas después, hacia el mediodía de ayer, el parto de los montes: el posible retiro de registro del Partido Verde se convierte en tres días menos de spots de radio y televisión. Acaso usted crea que salvó la cara por haber votado con el grupo que pedía que el castigo fuera de doce días y no de tres. Lo cierto es que, con una armonía admirable, el coro de grillos se afinó inmediatamente después de la resolución del instituto que usted preside y los jefes de partidos y bancadas entonaron la misma canción: “respaldamos al presidente del INE a pesar de sus dichos, es impensable su renuncia antes de las elecciones, que están en puerta.”
Impensable antes de las elecciones… no después. Ayer, los Emilio Gamboa, los Ricardo Anaya, los Miguel Barbosa, le recordaron que el INE pertenece a los partidos. Poco importa que su nombramiento haya sido hasta 2023; usted se va o se queda en función de la voluntad de éstos. El momento clave pasó y usted decidió lo que decidió, doctor Córdova. Tal vez habría podido intentar dirigir una revuelta de consejeros en contra de la cada vez más descarada y cínica partidocracia. Posiblemente eso le habría costado el cargo, pero también estaba la posibilidad, por más remota que fuera, que eso le habría permitido, además de restañar su maltrecha imagen, ganar mayores espacios de maniobra para el futuro. Nunca lo sabremos. Lo cierto es que de esa figura dominante de la transición mexicana —el órgano electoral como verdadero árbitro— no queda ya gran cosa.
Suerte en las elecciones que se avecinan, doctor Córdova.

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