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martes, 25 de marzo de 2014

Recordando a la dirigente sindical del SNTE Manuel Árias Delgado



  1. Pues bien ya estás aquí
    fuera del túnel de tus tiempos
    más acá de una falsa realidad
    estás en el punto inicial después de tu regreso
    pero ahora sin la vitalidad
    que te hacía suponerte invencible.
    ...
    ¿Recuerdas cuando mirabas de soslayo
    a quienes fueron tus cimientos?
    Entonces te veías en el espejo
    enmarcado con vistosos oropeles;
    e imagen y cantos de lisonjas
    te hicieron suponer que en verdad eras el factotum.

    En esos engañosos tiempos
    gastabas el dinero que no era tuyo,
    que parecía venir de arriba
    y que sin embargo se generaba desde abajo.

    Hablabas con soberbia y contundencia
    lograbas convencer con tus mentiras,
    quebrando a las conciencias
    que no soportaron el largo camino
    de la reivindicación del magisterio
    y de un sistema educativo
    que merecía fincarse en la verdad.

    Nunca tuviste plena conciencia
    de que tus decisiones desalentaron voluntades 
    y distorsionaron paradigmas
    que repercutieron en los niños escolares.
    Aunque a decir verdad, no eran decisiones tuyas,
    pues aunque te creías el vértice del mundo
    sólo fuiste un simple muñeco
    en manos de quienes son más perversos
    que tu individualidad manipulada.

    Tus iguales, 
    quienes caminaban detrás de ti esperando la estafeta
    se mofaban de quienes solicitaban la palabra
    para expresar sus pensamientos
    con el derecho que debe dar la libre expresión de las ideas.
    Pero tú y ellos, tus compinches, impusieron el mundo del silencio, 
    de sepultar las verdades con mentiras.

    ¿Recuerdas que hasta jugabas competencia
    para ver quien presidía las reuniones más efímeras?
    Y luego en un reporte de su acción
    hacían recuento de las "derrotas" asestadas
    a quienes se les enronquecía la garganta de proferir gritos no oficiales
    y por lo tanto no válidos
    para ser tomados como acuerdos.

    En ese entonces se te olvidó que eras maestro, 
    comprometido con la verdad y la justicia.
    O no sabías que lo eras, porque quizá nunca lo fuiste.
    hijos, mucho menos de tus nietos, porque tu presente lo construiste socavando

    Pero hete aquí, tal como eres:
    un viejo despreciado, 
    eclipsado por quienes te sucedieron,
    y sin mérito alguno para que te visiten tus "amigos"
    porque de seguro ni los tienes.

    No dudo que tengas riquezas materiales
    obtenidas en tus correrías inconfesables;
    pero ello no bastará para cubrir el futuro de tus hijos,
    mucho menos de tus nietos,
    porque tu presente lo construiste socavando
    los cimientos de esos tiempos venideros.

    ¿Tendrás todavía el espejo
    que replicaba las lisonjas, de quienes justificaban tus desmanes?
    Si lo tienes, de seguro ya no está con el marco falso
    que reflejaba también una falsa imagen de tu cara.

    Mírate ahora y te verás realmente como eres:
    un ente solitario que se define para sí como presa del olvido,
    y que en todo caso los ingratos 
    se olvidaron de tus acciones, 
    a favor de una causa perdida como tú.

    Mírate y verás no sólo arrugas en tu cara
    también en tu alma que ahora te reclama
    el hecho de haberla corrompido
    en nombre de las causas
    tan falsas como tus palabras.

    Y ahora más acá de la vorágine social,
    más acá del túnel de tus tiempos, 
    me das pena; y me alegro de no haber sucumbido a las promesas, 
    ni haber replicado tus palabras, ni haber justificado tus acciones.

    No lo hubiese hecho, 
    pues la cara de los niños y maestros
    reflejando el estado de cosas tan adversas, 
    me hubiesen condenado para siempre.

    No me alegro de tu vida
    ni de tu estado actual ganado a pulso.
    Yo te perdono, 
    pero no olvido tus desmanes.
    Te perdono,
    finalmente fuiste sólo un hilo
    de la trama complicada que tejieron otros,
    sin importar que en ese entonces
    te sentías el hacedor de los destinos
    de quienes jugaron el papel de tus vasallos.

    Yo te perdono...pero no te olvido, ni a ti ni a tus desmanes.

    Fueron tanto los daños que causaste.
    Y sin embargo no te odio...
    Te perdono pero no te olvido;
    ni a ti ni a tus desmanes.

    MANUEL ARIAS DELGADO

1 comentario:

Unknown dijo...

Mí estimación y reconocimiento a Manuel Arias Delgado,por el esfuerzo del texto en prosa recordando a la que fuera dirigente sindical del CEN del ENTE,
Creo que esj humanista el saber perdonar,pero no olvidar lo negativo de sus conductas,tal como lo mencionas en el párrafo final.
Saludos fraternales desde Puebla México.